Un clásico de la Virgen sin brillo

El tradicional Juego de La Chinita fue tocado por la crisis que arropa al país

El Juego de La Chinita es uno de los juegos más emotivos del año dentro de la LVBP, no solo por el significado religioso que tiene para los zulianos y creyentes de la virgen morena, sino porque es el cierre de la feria homónima en el Zulia y que le abre la puerta a la navidad en dicho territorio.

Los que viajamos desde Caracas para presenciar dicho encuentro lo hacemos con el mayor de los gustos, reencontrarse con amigos, salir en la noche, sí, también aprovechamos para enferiarnos, pero sobre todo trabajar en un ambiente festivo hace que las labores sean más placenteras.

Sin embargo la crisis en el país ha sido un tsunami que se ha llevado todo por delante y la Feria no podía ser la excepción, eso sumado a las intensas lluvias que han caído copiosamente en la tierra de Luis Aparicio.

Los tradicionales pinchos no faltaron, su humo cubría la entrada al estadio
Los tradicionales pinchos no faltaron, su humo cubría la entrada al estadio
Ni 10 mil personas entraron al tradicional Juego de La Chinita, el mejor termómetro de lo que está pasando en los distintos estadios de la liga, donde la gente he elegido ver los juegos desde casa para así no seguir golpeando su bolsillo, mientras trata de rendir los churupos para diciembre.

No solo la poca ausencia de público fue notable, tampoco asistió Luis Aparicio, encargado de entregar su estatuilla, el acto de entrega del premio fue suspendido porque José Altuve no estaría presente por encontrarse en los Estados Unidos haciendo el papeleo para el nacimiento de su hija.

Los pocos asistentes se pararon en la feria de los buhoneros, es que comprar mercancía original es muy caro
Antes, todo lo previo al juego era emocionante, desde salir del hotel en taxi al estadio, hasta la propia entrega del premio. Siempre había algo que presagiaba que el día transcurriría con algo de drama, pero ayer ni eso, todo fluyó con normalidad. Siempre solía ir al estadio entre dos y tres horas antes del juego, porque el solo entrar al “Grande” era un drama, un parto en un ascenso, por decirlo de alguna forma.

Salí del hotel a las 10:30 de la mañana, durante el trayecto conversaba con el taxista, “mijo las Águilas siempre pierden en esta fecha (18/11), a la gente le gusta ir a gastar cobres allá pa’ puro sacarse la foto y estar a la moda”. El conductor de contextura doble aseguraba estar sorprendido por el primer lugar de los rapaces en la actual temporada. “Verga, a mi asombra, yo casi no conocía a ninguno de los que empezó jugando y fijáte, están de primeros, los carajitos le ha echa’o bolas”.

Al llegar al estadio todo se puso más aburrido, no me tocó pelear con los porteros para entrar, tampoco tuve que hacer la fila con los vendedores de cervezas, como en las últimas tres ediciones a las que me tocó cubrir.

Los actos protocolares solo brillaron por el radiante sol que los cubrió
Los actos protocolares solo brillaron por el radiante sol que los cubrió
Lo más raro fue ver la poca cobertura de los medios capitalinos, no hubo colegas de Caracas prácticamente, pues al no venir Altuve, no valía la pena gastar dinero en pasajes, hospedajes y viáticos. Ya dentro del campo nadie nos desalojó, tampoco vimos gente no ligada a los medios en el terrenos pidiendo autógrafos ni sacándose fotos. El tradicional corral, donde suelen meter a los periodistas, que se dejan, brilló por su ausencia. La mascota «Agui» estaba apagada, minutos después me enteré, que quien la interpreta, estaba lesionado y se perdería mes y medio. Fue un día tan raro que ni ese calor desesperante hubo.

Agui no fue Agui, por momento pensé que estaba amanecido, pero me enteré que quien la interpreta estaba en la lista de incapacitados
Agui no fue Agui, por un momento pensé que estaba amanecido, pero me enteré que quien la interpreta estaba en la lista de incapacitados
Al final fue un Clásico de la Virgen sin brillo, sin tumulto, sin drama, más allá de que las Águilas casi remontan de manera épica, pero todo lo que rodea al juego fue rutina, sin sobresaltos, un día aburrido.
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