«Despacito» engaña al cerebro: La razón de por qué no podemos dejar de cantarla

Un productor explica cómo «Despacito» de Luis Fonsi y Daddy Yankee se metió en nuestros cerebros

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«Ya está bueno de Despacito» nos hemos dicho más de una vez todos y, sin embargo, al rato la estamos cantando nuevamente.

Pero, ¿qué es lo que hizo que está canción se metiera en nuestras cabezas y que ahora no podamos sacarla?

El producto y músico español Nahúm García tiene su propia teoría y la compartió a través de Twitter. «Vosotros reíros del Despacito, pero la forma en que se rompe el ritmo antes del estribillo es una genialidad. La clave del tema», escribió.

Su teoría la explicó a través del siguiente dibujo:

García demostró cómo, justo en el “des-pa-cito”, la canción sufre un parón, rompiendo así el ritmo. Está fuera de tempo con el siguiente compás, echando por tierra la métrica convencional de una canción. Según el músico y productor, algo así –hacer que una estrofa clave encajase con la siguiente en un punto aleatorio– no pudo suceder por casualidad, reseña Gizmodo.

Para reforzar su tesis, compartía esta otra imagen, esta vez con más zoom:

Como demuestran las pruebas de Nahúm, al producir Despacitose rompió, a sabiendas, el flujo de trabajo del software de edición musical utilizado. Técnicas como la síncopa o el ritardando se utilizan para romper la regularidad del ritmo, sí; pero, normalmente cambian el compás para que éste encaje con lo que queda de canción.

En Despacito, sin embargo, el compás queda roto por completo, dejando que el “des-pa-cito” se desplace con libertad por la estrofa, hasta que se instala en un estribillo que, inmediatamente después, ya ha quedado desplazado. A partir de ahí, ese tempo nunca se recupera.

Tras ese primer “des-pa-cito”, el resto están en el tempo correcto, pero el primer descuadre ya hizo su efecto: Despacito se te ha pegado, y te va a costar mucho trabajo quitártela de encima. Si una canción normal pierde nuestro interés con la escucha reiterada, al anticipar nuestro cerebro las partes que nos gustan de ella, Despacito y su estribillo consiguen escapar de esa tendencia mediante su anomalía rítmica –de alguna manera, es como si siempre la escuchases por primera vez.

Es paradójico que una canción llamada Despacito juegue de esa manera con su propio ritmo interno, en un ejercicio de metalenguaje tan sofisticado que sacará de quicio a sus haters. El único hándicap, en este caso, es para los músicos que deben tocarla en directo, ya que no pueden guiarse por el compás –en concierto, esto se soluciona haciendo que el “des-pa-cito” suene con una voz pregrabada.

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