El Real Madrid conquistó con toda justicia una Supercopa de España que ha evidenciando las carencias de un Barça todavía impactado por la marcha de Neymar y pidiendo con urgencia la llegada de refuerzos de nivel que aporten más soluciones a las que ya intenta encontrar Ernesto Valverde desde el banquillo. El 5-1 de global lo dice todo. No hay excusas y toca un cambio colectivo para devolver la ilusión. Solo es la pretemporada, sí, pero la imagen preocupa.
Las malas sensaciones del domingo en el Camp Nou se multiplicaron en el Santiago Bernabéu. Sin el sancionado Cristiano Ronaldo, Zidane se permitió el lujo de sentar a Isco, el mejor de la ida, a Casemiro, su destructor más fiable, y al carísimo Bale. Y con los secundarios Asensio, Kovacic y Lucas Vázquez de titulares, al Real Madrid le bastó para pasar por encima otra vez de un Barça aturdido y deprimido.
Ernesto Valverde, con una apuesta loable pero fallida, intentó revitalizar a su equipo con un 3-5-2, poblando el centro del campo y los carriles, sin encorsetarse con el 4-3-3. Pero muy pronto se comprobó que sus jugadores no se sintieron a gusto con el nuevo sistema. La presión alta de un Madrid más animado y más fresco provocó pérdidas de balón en la zona de construcción, con los laterales Sergi Roberto y Alba en el centro del campo y los centrales Mascherano y Umtiti abiertos a las bandas. Por el medio, a los dos lados de Piqué, autopistas libres de peaje. Un desconcierto total, con Rakitic y André Gomes perdidos como interiores y un Sergio Busquets más inseguro con el balón que nunca al no encontrar soluciones.
El primer balón que tocó Messi en juego fue en labores defensivas, para despejar un balón al aire desde la frontal del área propia tras un saque de esquina favorable al Madrid, de esos que ya parecen medio gol porque lo mide Kroos y va Ramos al remate. Y cuando ese despeje del ‘10’ sucedió, el equipo blanco ya ganaba 1-0 gracias a otro zurdazo estratosférico de Marco Asensio en el 4’. La jugada nació en una fuera de banda favorable al Barça que el árbitro conceció al Madrid, pero no sirve de excusa. Ter Stegen también pudo hacer algo más que ver entrar el balón con la mirada perdida. El primer cuarto de hora fue un drama.
Cuando el Madrid se tomó un respiro, el Barça tuvo la oportunidad de meterse en el partido, siempre con acciones lideradas por Messi. En el 16’, tras una buena pared con Sergi Roberto, no pudo en un mano a mano demasiado escorado con Keylor Navas. Y en el 18’, su pase de la muerte no encontró por poco a Luis Suárez. Fue un espejismo. El Barça no daba para más.
El Madrid volvió a apretar, con Asensio, Modric, Lucas y Kovacic muy agresivos en la presión, y los espacios fueron aprovechados por Marcelo, disparo cruzado, Lucas Vázquez, remate al poste y Benzema, que logró el 2-0 tras indecisión posicional de Umtiti y centro de Marcelo. El Barça llegó al descanso pidiendo la hora, con el Madrid buscando el tercero y el Bernabéu coreando el juego con olés.
En la segunda parte, más de los mismo, pero además con mala suerte. Luis Suárez no midió bien un pase de la muerte y Messi envió al travesaño lo que podría haber sido el 2-1, ya con Nelson Semedo debutando en partido oficial como lateral derecho, entrando por Piqué y dando paso a un 4-4-2 más convencional. Ter Stegen, a la contra, tuvo que desviar un remate de gol de Benzema.
La Supercopa de España ya estaba perdida, pero el Barça intentó acabar el partido con orgullo y un cabezazo de Luis Suárez tras centro de Semedo acabó en manos de Keylor Navas, que luego desvió con el pie otra ocasión de un Messi desquiciado y volvió a aliarse con el poste en un cabezazo a bocajarro de Luis Suárez. No era el día. También lo intentó Deulofeu con más desparpajo que el domingo. Pero no era el día de nadie.Lo mejor para el Barça fue el pitido final cuya espera se hizo eterna en la madrugada madrileña.
Fuente: Mundo Deportivo