Alfredo Anzola se enamora de sus personajes

El viernes se estrena «Más vivos que nunca», la más reciente película de un director que es figura destacada del cine venezolano desde la década de los años setenta.

El nombre de Alfredo Anzola estará de nuevo en la cartelera de cine a partir del viernes. Ese día se estrena Más vivos que nunca, una divertida aventura protagonizada por personas mayores. Actúan Eduardo Gadea Pérez, María Cristina Lozada, Pedro Durán, Gonzalo “Chile” Veloz y Haydée Faverola, entre otros.

Desde los setenta Anzola es una figura del cine nacional. En 1977 se estrenó Se busca muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia, primera de una serie de comedias que resaltaron por su mirada a las clases sociales. Le siguieron Coctel de camarones en el Día de la Secretaria (1984) y De cómo Anita Camacho quiso levantarse a Marino Méndez (1986).

También se ha destacado en el documental, con filmes como El misterio de los ojos escarlata (1992). Trata de su padre, Edgar J. Anzola, que en 1924 llevó al cine La trepadora de Rómulo Gallegos y después filmó en color a Armando Reverón. Ha hecho incluso el llamado “cine de encargo”, en especial con el largometraje Menudo (1982).

Otra característica del también director de Manuel (1979) es haber hecho cine en cooperativa. En esa película y en Pequeña revancha, que Anzola produjo, los participantes constituyeron una sociedad, a la que aportaron como capital su trabajo. Eso incluyó a la gente del pueblo de Jadacaquiva, Falcón, que trabajó en la segunda.

Pero el cineasta es una de esas personas que parecieran no tomarse demasiado en serio ni darse particular importancia a sí mismas. Tampoco es muy dado a hablar de su obra. “Ver cine y reflexionar sobre él son dos oficios distintos”, se excusa.

Un par de cervezas, sin embargo, logran abrirle camino a la conversación.

«Nosotros somos un país chiquitico y nos creemos lo más grande del mundo. Éramos el país más rico, y ahora como que tampoco.»

–¿Cómo ve la situación actual del cine nacional, en comparación con otros momentos difíciles del pasado?

–Nosotros somos un país chiquitico y nos creemos lo más grande del mundo. Éramos el país más rico, y ahora como que tampoco. ¿Esto a qué viene? Es que una industria del cine es un poco a contracorriente en Venezuela, porque no hay mercado. El gran error del Estado, y me refiero a todos los gobiernos que han pasado, es que nadie ha entendido que lo que más nos hace falta es una estructura de comercialización para afuera.

–¿Cree que el cine nacional va a salir de esta crisis?

–¿Cuál “esta”? Desde que estoy haciendo cine estamos en crisis. Claro que va a salir adelante, porque cada vez hay más gente que quiere hacer películas. Cuando éramos jóvenes y nos dijeron que no podíamos filmar en 35 mm, las hicimos en 16 mm. Ahora el que quiere saca su celular y filma. Edita la película con la computadora de su casa. También está el CNAC, que ojalá siga existiendo como una institución con comisiones y no se desvirtúe, porque hay el intento de convertirlo en una especie de ministerio.

 

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