La selección nacional de fútbol femenino sub-17 que viene de hacer un gran papel en la Copa Mundial de la categoría, en Jordania, regresó a la realidad venezolana después de algún tiempo en una burbuja donde no había escasez, inseguridad o inestabilidad económica y política, mezcla negativa que, en mayor o menor nivel, experimentan todas sus integrantes en su tierra.
Las chamas estrellas de la Vinotinto se han cansado de ganar, de mostrar un rostro victorioso y guerrero en cada torneo en el que participan. No se recuerda una competición en la que nos hayan dejado mal representado o en la que no hayan estado en boca de todos por su gran nivel en la cancha, bajo la dirigencia del panameño Kenneth Zseremeta.
Pero al llegar a Venezuela, es otra cosa. Unas viven bien, acomodadas, con todas las comodidades y no les hace falta nada. Como ejemplos, podemos citar a la defensora Verónica Herrera o a la goleadora Deyna Castellanos, quien ganó una beca para estudiar en Estados Unidos por su condición de figura del deporte. Ellas viajan, viven en casas que se ven bien y en buen estado, al menos a lo lejos, salen a buenos lugares, celebran lo que deban celebrar y se ponen buena ropa, así como la zaguera Sandra Luzardo, cuyo look es basado en cualquier estilo europeo medio varonil: con ropa de mangas largas, jeans y gomas de corte bajo. Toda una pava.
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Del otro bando, la situación es otra, una totalmente contrastante a la mejor vida que se dan figuras como Herrera, Luzardo y Castellanos, todas indiscutibles titulares del combinado patrio, que cayó en la semifinal ante Corea. Al llegar al suelo venezolano, esas que no tienen mayores propiedades o que no tienen el mejor presente económico quedan prácticamente desamparadas.
Mientras los gobernantes se adueñan y apropian de manera irresponsable y absurda de cualquier logro que alcanzan estas gloriosas niñas, hay quienes en este grupo no gozan de una vivienda digna.
En pleno Mundial, Zseremeta hizo un llamado al gobernador del estado Apure, Ramón Carrizales, para que le diera una casa a la solvente joven Yerliane Moreno, una centrocampista de calidad y de las piezas más confiables que tiene el panameño a su disposición.
«Yerliane Moreno se hace presente en la necesidad de que esa niña hoy no posee un hogar», dijo el director técnico. «Me hago eco al gobernador de su estado que, por favor, no esperemos a que las niñas ganen, para que Yerliane no tenga que pasar en el techo de su casa una inundación y pueda dormir tranquila. Te agradezco, Yerliane. Eres una fiera, que Dios te bendiga».
Esta situación no es primera vez que ocurre. A principios de año, se conoció que Daniuska Rodríguez, otra atacante fuera de sere del conjunto criollo, vivía literalmente entre latas pese a estar desde 2013 suplicando por una vivienda digna.
Luego de que las fotografías se hicieran virales y todo el mundo, que venía de ver una gran actuación de Rodríguez en el Sudamericano en Barquisimeto, empezara a pedir un hogar de concreto y civilizado para la zuliana.
Para tapar el sol con un dedo, el gobernador de Carabobo, Francisco Ameliach, ahí sí fue diligente y de una vez, al poco tiempo, se aprovechó para crear propaganda al darle un apartamento a Daniuska y su familia.
Igualmente, hay otras que aunque tienen un hogar hecho y estable junto con su familia, no pueden darse los lujos que se dan las otras y, por el contrario, tienen que labrarse su futuro y romperse el pellejo en la cancha o en los salones de clases, porque por suerte y fortuna estudian.
❤TeQuiero Pero No te lo Demostraré ✌?
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Puñito arriba y siempre con una sonrisa ?? #NC13
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Estas jóvenes estrellas, que han conseguido mucho más que la selección masculina de mayores y con muchos menos recursos, deberían vivir como reinas en su tierra. Venezuela las quiere y no les reprocha absolutamente nada. Trabajan con las uñas, pero cuántas alegrías siguen dando al país…