Debido a que aún no se entrega el premio Cy Young de la Liga Nacional y hoy se cumple un mes de que la triste noticia del fallecimiento de José Fernández enlutara el béisbol, nos volvemos a preguntar: ¿Será posible que gane el galardón después de muerto?
Nota original:
Nunca antes un lanzador ha ganado un Cy Young después de muerto. Este año, pese a que la lucha por el premio en la Liga Nacional es extremadamente cerrada, José Fernández podría ganar el preciado galardón post mortem.
El cubano, quien falleció este domingo en un accidente de bote, dejó números en 2016 que exhiben el dominio que mantuvo durante toda su corta carrera con los Marlins de Miami, equipo que nunca ha visto que un jugador suyo gane la distinción al mejor lanzador del año. Solo otros tres clubes jamás han tenido a un vencedor por el Cy Young: Rockies, Rangers y Rojos.
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Fernández ganó 16 juegos, perdió ocho y su efectividad quedó en 2.86 en 29 salidas (182.1 innings), con la exagerada marca de 253 ponches. Esos números pelean fuertemente con los de Max Scherzer (Washington), Kyle Hendricks (Chicago), Jon Lester (Chicago), Johnny Cueto (San Francisco), Jake Arrieta (Chicago) y compañía.
El principal argumento del joven antillano parece estar en las estadísticas avanzadas. Su FIP (Fielding Independent Pitching, por sus siglas inglés), una estadística vital para definir qué tanto dominó equis serpentinero, es el mejor de las Grandes Ligas. Su registro pertenece a la élite (2.29).
Otra casilla que lo mete en las conversaciones son los abanicados por cada nueve entradas. También es líder de todas las Mayores. En promedio, poncha a 12,488 rivales por cada 9.0 episodios. El segundo en la lista es Robbie Ray (11,405), pero él no tiene posibilidades de quedarse con la tabla que lleva el nombre del pitcher más ganador en la historia de la Gran Carpa.
Pero no todo es perfecto en la candidatura de Fernández. De hecho, tiene un arma de doble filo: sus actuaciones dentro y fuera del Marlins Park.
Cuando lanzó en casa, todo fue de color rosa: fue prácticamente imbatible. Ganó 12 juegos, perdió dos y su efectividad fue minúscula, al quedar en 1.63 en 14 aperturas. Bien, excelente hasta ese punto.
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Ahora, cuando abrió como visitante, el escenario se tornó gris: hay un contraste claro que lo hizo un pitcher del montón en otros estadios. Lejos del parque de los Marlins, cerró con balance de cuatro victorias, seis derrotas y porcentaje de carreras limpias permitidas de 4.62 en 13 presentaciones como iniciador.
Algo que explique este fenómeno puede ser que la presencia de sus seres queridos en el estadio de Miami le hacía sacar lo mejor de sí y tenía algún tipo de influencia. En cada salida, su novia, su madre y su popular abuela lo acompañaban desde las tribunas uniformadas con jerseys de los peces. Tras cada entrada que lanzaba, echaba una mirada hacia arriba para saludar y sonreír con los suyos.
Sus principales oponentes, o los máximos favoritos, son Hendricks y Scherzer. El primero de ellos, pese a no mostrar una capacidad abrumadora para ponchar, es líder en efectividad en todas las Mayores (2.06) con ventaja considerable sobre sus perseguidores y aparte tiene el tercer average en contra (.201) más bajo y el segundo mejor WHIP (boletos y hits permitidos por cada inning), con 0.96.
Por el lado de Scherzer, este ha sido un fenómeno para ponchar, al igual que Fernández. El as de los Nacionales de Washington, además de ser segundo en las Grandes Ligas en salidas de calidad (25), comanda el departamento de guillotinados (267) y en WHIP (0.93). Por si fuera poco, tiene 18 triunfos, siete reveses y efectividad de 2.82, perjudicada altamente por la gran cantidad de jonrones que ha recibido (28, uno menos que el tope personal, de 29 en 2011). El experimentado derecho tiene números similares a los que registró cuando ganó el Cy Young en 2011, cuando militaba con los Tigres de Detroit.
¿Podrá Fernández hacer historia y despedirse a lo grande, agrandando su huella? ¿Podrá ganar el primer galardón de este tipo en la historia de los Marlins? Tendremos una pista clara de si podrá hacerlo desde el 7 de noviembre, fecha en la que se conocerán los finalistas para los premios de la temporada 2016 de la Gran Carpa. El 16 de ese mes, cuando se nombrará al ganador, quizás haya motivos para que su madre, Maritza, y su abuela, Olga, vuelvan a celebrar.