La publicación Sporting News hizo este martes, exactamente un mes después de la muerte de José Fernández, el anuncio de que el lanzador cubano ganó el premio al Regreso del Año de la Liga Nacional por su actuación en la temporada 2016 de las Grandes Ligas con los Marlins de Miami.
Es la primera vez, según reportó la revista, que entregan este galardón post mortem y lo hacen mientras destacan que muchas de las boletas de votación fueron devueltas por los 177 jugadores del viejo circuito antes del lamentable fallecimiento de Fernández en un accidente de bote en la madrugada del pasado 25 de septiembre en Miami.
El nativo de Santa Clara ya era un fuerte candidato antes de que el hecho de perder la vida lo convirtiera en el máximo favorito para ganar la distinción como homenaje. En 2015 solo pudo hacer 11 aperturas con los peces previo a que un problema en el codo derecho le obligara a someterse a una operación Tommy John, procedimiento médico por el que no volvió a lanzar en los montículos de las Mayores hasta este año.
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Fernández, en efecto, regresó para ser lo que él era: un grande sobre la loma. Antes de morir, ganó 16 juegos, perdió ocho, dejó 2.86 de efectividad y registró la grosera cantidad de 253 ponches en solo 182.1 innings trabajados. Implantó topes personales en triunfos, entradas y abanicados. Era uno de los candidatos primarios al Cy Young de la Liga Nacional.
El mundo del béisbol aún no cree que perdió a una de sus más grandes piezas para el futuro, una que tenía pelota en sus venas, en su sangre. Fernández era una fuente de energía, fungía como la batería incansable de los Marlins, se gozaba el juego como nadie, era guerrero y hasta sus jonrones daba de vez en cuando. La temporada 2017, sin él, será menos atractiva.
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Le han hecho homenajes hasta decir basta. Todos merecidísimos. Los equipos colgaron camisetas con su nombre y dorsal en sus dugouts, una vasta cantidad de jugadores se escribió sus iniciales en las gorras, muchos jugaron en su honor, hay murales, hubo una procesión, un altar donde los fanáticos expresaban su dolor y cariño hacia uno de sus héroes e incluso en Miami se podría cambiar el nombre de una de las avenidas cercanas al Marlins Park para llamarla José Fernández.
A este punto, cuando han pasado 30 días desde su impensable e increíble fallecimiento, nos seguimos preguntando qué hubiese pasado (o qué NO hubiese pasado) si el mánager de los Marlins, Don Mattingly, no le cambia el día de abrir de domingo para lunes. Probablemente si el estratega hubiera mantenido su decisión de que Fernández iniciara en aquella jornada dominical, seguiría con vida, pues no habría salido esa noche. Pero como dicen por ahí: pa’ adivino Dios, ¿no?